En segundo lugar, exige una profunda separación de las cosas del mundo. Considero de la mayor importancia conservar el trabajo pastoral, en la medida en que podamos, separado y diferenciado de todo lo secular. Confío en que cada año oigamos hablar de menos ministros del Evangelio que sean magistrados y cada vez de menos ministros que participan en ferias agrícolas y ganan premios por tener el cerdo más gordo, el toro castrado de mayor tamaño y grandes cosechas de nabos. No hay sucesión apostólica
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